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Jorge Aulicino


Nació en 1949 en Buenos Aires. Publicó, entre otros, los libros Paisaje con autor, La línea del coyote, Las Vegas, La luz checoslovaca, La nada, Hostias, Máquina de faro, Cierta dureza en la sintaxis, El Cairo, Corredores en el parque. En 2012 reunió sus trabajos en Estación Finlandia. Poemas reunidos.
Tradujo poetas italianos, entre ellos Cesare Pavese, Pier Paolo Pasolini, Antonella Anedda , Biancamaria Frabotta y Valerio Magrelli. Seleccionó y tradujo con Jorge Salvetti poemas del estadounidense Frederik Seidel.
En 2011 apareció su traducción de Infierno, de Dante Aligheri. Y en 2015 la traducción de los tres libros de la Divina Comedia.
Fue director –desde 2005 hasta 2012– de la revista de cultura Ñ, del diario Clarín.
Integró el Consejo de Dirección de Diario de Poesía entre 1987 y 1992 y actualmente colabora en la revista digital Op. Cit. y en Periódico de Poesía, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Administra el blog de poesía traducida y poesía en castellano Otra Iglesia Es Imposible e integra el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires.

En 2015 ganó el Premio Nacional de Poesía.

* * *

Mímesis

Y descendimos a la siguiente combinación
del subterráneo y le dije: «Maestro, ¿qué
parodia es esta? ¿Qué Dardanelos defendimos,
Leonidas? No éramos trescientos, ni cien
éramos, y terminamos en el fango entre las
orugas de las cavadoras, allí terminó
nuestra soberbia. Rodeados ahora de una mersa
ni siquiera iletrada que va al infierno
en zapatillas, tampoco nos arrepentimos
de la violencia. Vociferamos como Capaneo
antes Tebas en un desierto de molinetes
y meadas. ¿Cuánto más descenderemos?
Como flor azul en el desierto
la esperanza -quede esto entre nosotros-
continuamos viendo. Bajo lluvia eléctrica,
con el golpeteo de los molinetes que raja
los tímpanos, rotos una y otra vez los puentes,
podremos al menos comparecer diciendo,
teologales: la flor azul vemos aún en el desierto.
Tú callas, Lamborghini, nosotros nos callamos,
ellos callan, el silencio no fue una virtud nuestra
y callarnos es ahora el contrapaso .

Entre nosotros tiembla una flor, de redención quemada.»



A un poema de Charles Bukowsky

¿Soledad , voces de los dioses, los
calmos dioses que no imaginó la religión? Sólo
tendrías los dioses de tormenta, la barba
alborotada, lo máximo
que supo la mente imaginar en cuanto
a dioses, y a Dios.
¿Las noches brillantes de fuego?
Las noches brillantes de fuego son solo
pantanos,
solicitudes al verdugo, modos
de iluminarse el vacío, camino
del héroe ante la mirada popular,
aunque te cueste la piel curtida de placeres a medias,
como un sabor en el que se mezcla el del fondo de un vaso,
con saliva, ceniza, semen.
La única forma de que la pasión no se aleje
para siempre
es el círculo delgado,
la raya, la arbitrariedad del signo que se parece a algo
o a nada, catacresis
o abstracción, selva estampada en la porcelana, que
vivirá más que vos y yo.

(inéditos)

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Nació en Mendoza en 1989. Estudió Letras en la UNCuyo. Se dedica a la investigación literaria, oficio tan aburrido como apasionante. Narradora antes que poeta, lectora antes que escritora, publicó Sin pájaros en el Averno (Premio Vendimia de Cuento 2012) y algunas narraciones y microficciones en diversas antologías. Forma parte de Write Like a Girl, colectivo de escritoras que busca generar un lugar para artistas mujeres, abriendo espacios de creación, experimentación y difusión de sus voces. Bajo el sello editorial independiente Peces de Ciudad, el colectivo publicó este año una antología de textos de sus seis integrantes. * * * Recomendación Tener un sueño recurrente                                                 uno solo que repita la misma historia       las mismas escenas y las mismas máscaras pero donde un detalle casi imperceptible señale la precariedad de la rutina siempre a punto de romperse Desmayarse una y otra vez bajo los sauces arremol

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